sábado, 5 de octubre de 2013

La vida es tan... así

Dicen que “la dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar…” 

Yo, como todas las personas, busco la felicidad aunque sé que realmente hay pocas que la alcanzan.  Parece que fuese algo de otro mundo, algo que corretea a nuestro alrededor y no se deja atrapar.  Yo creo que la felicidad no existe.  Sólo existe ser feliz cada día, dejarse llevar… Disfrutar... disfrutar de cada instante.

Me equivocaré.  Seguro.  Muchísimas veces.  Porque la vida en general, no es ningún pasillo recto, fácil y sin obstáculos… Es un laberinto de pasadizos en el que estaré a menudo perdida, detenida y confusa ante un callejón sin salida en el que tendré que buscar mi camino.  Sé que, a veces, perderme supondrá la mejor forma para encontrar nuevas sendas y descubrir esa puerta que se abrirá ante mí, si consigo tener fe en mí misma.  Y también sé que esa puerta quizá no sea la que siempre había soñado e idealizado pero que, finalmente, reconoceré que es la mejor.

Tropezaré muchas veces.  Pero ése no es el problema sino mi actitud ante el mismo: A veces seré el parabrisas y otras, el mosquito.  Me juzgarán y habrá quien nunca llegue a entenderme…  Y me encontraré con muchos depravados a los que les bastará con hurgar en la grieta que más me duela.  Pero entonces, intentaré no olvidar aquello que decía el Principito: “Tendrás que aguantar a dos o tres orugas si quieres conocer las mariposas”.  ¡Y quizá sean más de dos o tres! Porque hay demasiadas “orugas” que creen que todos estamos hechos en serie, por una máquina “perfecta”, uno detrás de otro, sin diferencias… y no comprenden que algunos no sigamos esos esquemas típicos, que saltemos por encima de lo normal y nos riamos de ello… Que seamos libres para ser quienes somos y no convertirnos en lo que quieren que seamos…

Pero llegará el momento en el que encontraré a las “mariposas”.  Están en algún sitio… esperando ser descubiertas.  Son esas personas que me inundarán de energía cuando las vea, cuando las escuche y cuando, sin darme cuenta, las ame.  Me alimentarán con sólo mirarlas y serán almas que se fundirán con la mía… con su sola compañía, con unas cuantas carcajadas, con un beso o unas palabras de cariño antes de irme a la cama…  Y sé que no encontraré muchas.  Así que procuraré no perderlas… Pues serán las que me ayuden a atravesar ese laberinto de mi vida y a apartar todas esas piedras que me impedían avanzar.
Ellas son la pieza definitiva que falta en el puzzle.  Me ayudarán a creer en mis sueños, a colorear mi vida, a atrapar la llave que, sin saberlo, llevo colgada al cuello y que abre las esposas que encadenan mis manos y pies y me impiden llevar a cabo mis ideas, proyectos y sueños.  Me ayudarán a no vivir paralizada por miedos injustificados que gritan en mi cabeza: “Es imposible, no
lo lograrás…”
Y entonces me sentiré plenamente la protagonista de mi vida.  Sabré que nada es demasiado maravilloso para no intentar alcanzarlo y qué fichas mover para avanzar.

Poco a poco irá pasando el tiempo.  Millones de cosas buenas y malas me habrán sucedido y tendré el poder de recordar… de regresar a ese momento especial siempre que lo desee, sin que nadie me lo impida… de volver a reír y volver a llorar… de repasar mi evolución y cambio permanente… de aprender de mis errores, convertir las pérdidas en ganancias y hacerme más fuerte… de recordar a las personas que amo y que alguna ya se fue: todo lo que me hacen sentir… cómo, a pesar de que no vivan, siguen estando.  No han muerto, han multiplicado su vida con cada legado que dejaron a quienes les rodearon y quisieron.  Al principio, su ausencia sólo te duele, pero el tiempo acaba por consolarte y, ahora, cuando miro el cielo por la noche y veo todas las estrellas, las siento en ellas, recuerdo sus risas y sonrío al verlas.

Y, cuando llegue el final y a mí me toque esfumarme… ojalá que un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí…

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